Zen. 3-6.
Recuerdo que yo sentí mujo muy fuerte cuando murió Etienne. Yo ya practicaba desde hacía muchos años pero él tenía sólo 4 ó 5 años más que yo. Etienne Zeisler, Mokusho Zenko, que era nuestro hermano mayor en el Dharma. Murió muy rápido y como era joven, fuerte, guapo, me impresionó mucho. Pensé: "Ahora hay que practicar el amor, no tener más celos o historias con la gente". Pero este tipo de decisión no se toma solo.
Así, cuando alguien cercano muere, a veces aparece Bodaishin, el espíritu del despertar, algo que conduce nuestra práctica. Pero mujo trata sobre todo de nosotros mismos, de realizar la impermanencia de nuestra vida; es decir, que a cada momento podemos morir. Así, lo que trata, lo que enseña el Zen, el zazen, es cómo existir con mujo, comprender la aparición y desaparición, cómo vivir sin pudrir nuestro espíritu, sin ser egoístas.
En el Gakudo-yojin-shu, el maestro Dogen dice: "El que olvida un instante el yo y lo mío se vuelve íntimo con Bodaishin, el espíritu del despertar. Cuando la visión del yo se levante, sentémonos tranquilamente y examinémonos con cuidado. ¿Cuál es el origen de nuestro cuerpo interno y externo? El cuerpo con los pelos y la piel que recibimos de nuestros padres está formado por dos gotas: una gota roja y otra blanca. Desde el principio al final es vacuidad y no constituye un verdadero yo".
El conocimiento que resulta del pensamiento, del espíritu, del saber, está atado a la duración de la vida, que pasa cuando se paran la inspiración y la espiración. Por eso, tampoco el conocimiento constituye un yo. Eso no es filosofía, es sólo observación. Seguiré mañana hablando de Bodaishin, el espíritu del despertar, el espíritu que nos conduce a la Vía.
Bodaishin, el espíritu del despertar. Hoy es viernes, hay poca gente en el dojo. Es difícil levantarse para todos pero la acción de levantarse, venir al dojo, practicar zazen, es la manifestación de un Bodaishin fuerte. No cambiar la decisión.
Ayer dije que Bodaishin es el espíritu que medita sobre la aparición y la desaparición, el espíritu que realiza, comprende la impermanencia, mujo; la impermanencia de los hombres y la impermanencia del Universo. Hay aparición, duración, desaparición.
Nos apegamos a este cuerpo, esta existencia. Hacemos toda una historia alrededor de nuestra existencia pero al principio, en el origen, son sólo dos gotas, una blanca y una roja, que coexisten, que se encuentran en el mismo instante. La existencia; nos apegamos al espíritu que dice: "Yo" o "Es mío, es mi mujer, es mi trabajo, mi casa". Nos apegamos a nuestro convencimiento, nuestra experiencia, de que sólo están atados a la duración de nuestra vida. ¿Qué pasa con todo eso cuando se paran inspiración y espiración? Es un poco como enseñar a alguien una fotografía de nuestra primera comunión y decir: "Ese soy yo". No es falso pero tampoco es correcto. El rostro del chico de la primera comunión puede aparecer una vez u otra durante la vida pero no permanece, no existe como algo único.
En el Gakudo-yojin-shu, el maestro Dogen dice: "Fusionarse con un yo que es un no-yo, apegarse a un producto que es un no-producto, no practicar la Vía búdica que hay que practicar, no eliminar el mundo que hay que eliminar, es tener aversión a la Ley Verdadera y buscar una vía falsa". ¿Ahí hay algo que sea erróneo? El maestro Dogen no se dirige a gente ordinaria, se dirige a los monjes, a la gente que quiere practicar.
El nacimiento, la duración, la muerte, no existen en un mismo instante. En el instante del nacimiento, de la aparición, existe sólo el nacimiento. En el instante de la duración, existe sólo el instante de la duración. En el instante de la desaparición, de la extinción, existe sólo el instante de la desaparición, de la muerte.
En zazen entramos en la totalidad de un instante. Dije ayer que no es filosofía, sino observación, observación y concentración: zazen.
Ayer bajé a la cocina para buscar un cuenco, un cuenco en el que se había servido la guenmai, para hacer una masa, y observé que este cuenco estaba sucio de la guenmai de la mañana. La cacerola grande también estaba sucia de la guenmai del martes. No es mucho lavar cinco minutos. No es sólo el trabajo del responsable de servir la guenmai. Normalmente cada uno, después de la guenmai, debería lavar su cuenco. Sólo dos minutos y todo queda limpio.
Al principio, este instante no pertenece a vuestra vida pero, si lo hacéis entrar en vuestra vida, se convierte en un instante de práctica, en un instante de despertar. Al mismo tiempo, podéis practicar la buena armonía en el dojo, es importante. No sólo los responsables de la guenmai, la gente que come la guenmai. Los responsables de la guenmai ya dan mucho, con mucha regularidad, está bien. Los que comen también deben limpiar, hacer samu.